Jugar en el patio del colegio

Ya llevamos dos jornadas de segunda jugadas con los estadios vacíos debido a los protocolos impuestos por la Covid-19, y el restultado no puede ser más contundente. De 22 partidos disputados solo 3 victorias locales, 5 empates y 14 derrotas. Parece que los equipos echan en falta el calor de sus aficiones. Habrá que esperar si estos números se confirman o, si como espera el psicólogo deportivo Alejo García-Naveira, los jugadores se adaptan a la situación.

Los equipos que mejor adapten a sus plantillas al nuevo escenario serán los que mejores réditos consigan.

Es claro que este regreso atípico del fútbol dista mucho del ideal que todos desearíamos. No vamos a entrar en si ha sido o no acertada la decisión de terminar la competición bajo las condiciones impuestas por la nueva normalidad. Es evidente que los intereses económicos han tenido un peso decisivo. Lo que no escapa a nadie es que la competición se verá afectada, tanto por el ritmo impuesto en el calendario como por la ausencia de espectadores en los estadios.

Los equipos que mejor adapten a sus plantillas al nuevo escenario serán los que mejores réditos consigan en una competición, la segunda, en la que las matemáticas todavía dejan espacio para casi todo. Esperemos que los amarillos no pierdan el pie. De momento parece que la suerte les sonríe.

Mientras, también los aficionados vamos adaptándonos a este nuevo escenario en el que ya no es posible seguir al equipo desde la grada. Nos resignamos a hacerlo a través de la televisión, quizás en el calor de un bar, o la radio sin sentir el ambiente del estadio, escuchando con nitidez cómo el empeine golpea el balón, las protestas de los jugadores en los lances duros o las correcciones del entrenador desde la banda. Casi como ver un partido en el patio del colegio.

Algunos, los menos, optarán por activar el artificio ideado por La Liga para suplir el sonido y la presencia del público. Un sistema electrónico que, como las risas enlatadas de las sitcom americanas, nos señalará el momento en que el partido sube o baja de intensidad, recordando un poco al aparato de aplausos utilizado en la película Evasión o Victoria para suplir la frialdad con que los espectadores franceses recibían los goles del equipo nazi.