Así fue la última visita liguera del Cádiz al Bernabéu

Un Cádiz sin complejos saltó al césped del Bernabéu a las diez de la fría noche del 21 de enero de 2006, acompañado de cinco mil seguidores que, desde la grada superior del fondo norte, extendieron sus cánticos por todo el estadio. El conjunto cadista, que con diecinueve puntos estaba instalado en el decimoquinto puesto de la tabla, venía de vencer a domicilio al Málaga, rival directo de cara a la permanencia. De hecho, tres de las cinco victorias del conjunto amarillo hasta ese momento habían sido a domicilio, frente a Racing, Espanyol y el propio Málaga.

A pesar de haber caído derrotados frente a los madridistas en la primera vuelta, un encuentro que llegaron a empatar y en el que dieron una buena imagen en su debut en Primera, había razones para soñar con un resultado positivo en el feudo madridista.

Con un primer tiempo en el que los amarillos tomaron el control del esférico, solo les faltó una pizca de suerte para que De Quintana, por dos ocasiones, y Nenad perforaran la meta blanca. La falta de puntería y las intervenciones de Casillas, que estaba en su mejor momento, impidieron que los visitantes se fueran a la caseta con el marcador de cara.

La segunda parte comenzó con la misma tónica que la primera. El equipo gaditano salió más ofensivo y en el minuto diez obtuvo su recompensa. Medina envió a la red un balón que la defensa embarullada del Madrid no supo sacar del área. Gol del Cádiz que, por el resultado final, tal vez llegó demasiado pronto. Hubo ocasiones de ampliar la ventaja, pero faltó el acierto de los delanteros.

La bestia reaccionó con tiempo para remontar y, a falta de ideas, tiró de individualidades a balón parado. Primero Roberto Carlos con un durísimo disparo desde la frontal, que contó con la participación de una barrera que se abrió en la posición de Quintana, y luego Beckham, desde la misma zona, poniendo el balón en la escuadra lejos de las manoplas de Armando, despertaron a los cadistas de su sueño.

Con la remontada, el Cádiz bajó los brazos y recibió el tercero, obra de Robinho, quien protagonizó la victoria en Carranza, esta vez sí en jugada elaborada con una vaselina medida. Demasiado castigo para un Cádiz que en ningún momento había perdido la cara del encuentro.