Abatidos

Las competiciones regulares son una especie de carrera de fondo, y la Primera División es una de las más duras del mundo. En este tipo de campeonatos, no es tan importante cómo se empieza, como en qué situación se está y de qué fuerzas se dispone al enfilar el último tramo.

Pensar en los errores arbitrales no hará que el equipo sume un solo punto.

El Cádiz tuvo un comienzo más que notable con victorias contra pronóstico frente a los equipos más fuertes, llegando a instalarse durante varias semanas en puestos europeos, con una importante distancia de la zona peligrosa de la tabla. Ya entonces, Álvaro Cervera, advertía que el equipo terminaría obligado a pelear por los puntos que le permitieran salvar la categoría. Pues bien, ya estamos en esa tesitura. A tiro de piedra de la zona de descenso, cualquier traspiés puede meter al equipo de lleno en la cola de la tabla.

Ahora es cuando podremos calibrar el verdadero carácter de este vestuario. De todo el vestuario, desde el primer entrenador hasta el último utillero. Decía Valdano que un vestuario es un estado de ánimo. Viendo la rueda de prensa del técnico cadista tras la derrota frente a la Real, uno tiende a pensar que el argentino acertaba de pleno.

Lo último que debería hacer la plantilla es instalarse en el victimismo. Pensar en el penalti de Foulquier, en la mano de Milla o en la de Zubeldia de este fin de semana, no hará que el equipo sume un solo punto. Al contrario, tal vez consiga que los jugadores salten al terreno de juego derrotados de antemano.

¿Acaso la afición cadista esperaba que este año, compitiendo frente a clubes con fuertes intereses económicos y deportivos, los colegiados iban a pitar con total ecuanimidad? Las injusticias arbitrales son parte de este juego, como los palos de la portería o las líneas que delimitan el terreno de juego. Y, por lo general, se ceban con los equipos más modestos. Así ha sido siempre, y así será sin que nada lo pueda cambiar.

Las opciones de lograr la permanencia no son muchas, admitámoslo, pero si los jugadores se dejan llevar por el abatimiento pensando en posibles manos negras, terminarán por ser nulas. Winston Churchill definió el éxito como la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Tal vez sea la mejor definición de este Cádiz de Cervera, que siempre ha sido consciente de sus propias capacidades, y ha sabido explotarlas al máximo.

Estoy convencido de que el berrinche de este fin de semana se habrá pasado para el próximo entrenamiento, y que toda la plantilla trabajará con la firme convicción de que los tres puntos que disputarán frente al Athletic no saldrán del Carranza. Me quedo con una frase del míster: "a callar y a seguir".