El Salvador del Fútbol

El lunes por la noche, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, aparecía en un programa pretendidamente periodístico, para explicar la particular fórmula con la que se disponía a salvar el fútbol, que por lo visto está en peligro después de más de siglo y medio de existencia, y los chicos en nuestras calles ya no quieren darle patadas a un balón.

Es un viejo mensaje el de que para que todos vivamos mejor, los de arriba deben acumular más y más riquezas.

La revolucionaria propuesta que nos presentaba el de Hortaleza no consistía en repartir de un modo más equitativo los derechos televisivos, permitiendo así a los clubes más modestos, que no pobres, ganar en competitividad incorporando jugadores con más talento, mejorando sus técnicas de entrenamiento y cuidando más a sus canteras, de modo que las competiciones se hicieran más abiertas y los títulos no engrosaran año tras año las vitrinas de los mismos clubes.

Lejos de este planteamiento, la estrategia con la que el señor Pérez quería reinventar el fútbol era, paradójicamente, la contraria. Esto es, repartir los ingresos televisivos entre los clubes más poderosos creando una competición de acceso restringido. Los clubes que no entraran en esta élite, el Cádiz CF sin ir más lejos, recibirían más dinero por un mecanismo no precisado consistente en que si los de arriba tienen mucho, los de abajo ganan también. Tal vez con algo de formación económica esta argumentación se digiera mejor, pero incluso sabiendo a duras penas sumar, no es difícil darse cuenta de que algo no cuadra.

El experimento de éste hombre bienintencionado va a quedar en nada.

Es un viejo mensaje el de que para que todos vivamos mejor, los de arriba deben acumular más y más riquezas. Que el camino hacia la prosperidad universal no es otro que el de concentrar los recursos, porque esto genera, a su vez, más recursos, y si los de arriba tienen de sobra, pues algo llegará a los que estamos abajo.

Finalmente parece que el experimento de éste hombre bienintencionado va a quedar en nada, una lástima, después de que la oposición de los aficionados, de un gran número de técnicos y jugadores, y las presiones del gobierno británico, además de la negativa a participar de clubes alemanes y franceses, hayan torpedeado el generoso ofrecimiento del hombre que marca los destinos del club más laureado de Europa.